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miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL HAMBRE,UNA TRISTE REALIDAD DE ESPAÑA

Demanda récord en bancos de alimentos.

Estas entidades reparten 120 millones de kilos de comida, un 20% más que en 2011.
En 2012, la crisis y el desempleo han arreciado con fuerza. Cada vez más personas se ven obligadas a recurrir a los bancos de alimentos para buscar con qué llenar su plato. Estas entidades han repartido este año 120 millones de kilos de comida, según estimaciones de su presidente, Antonio Busto Villa; un 20% más que en 2011. Y la cifra aún no está cerrada. Así, los bancos de alimentos —que se nutren a través de lo que adquiere el Ministerio de Agricultura con fondos europeos, y de lo que reciben de donaciones de empresas— han alimentado a 1,5 millones de personas en España, frente a los 1,3 millones de 2011. Un récord. A las 6.000 entidades sociales que colaboran con los 54 bancos de España han acudido más del doble de personas que antes de la crisis, afirma Busto.

Estas entidades también han registrado un récord de donaciones. A pesar de ello, y de que España, en comparación con otros, es uno de los países donde más se dona, los responsables de estas entidades están preocupados por el futuro. En 2013 termina el programa europeo y el presupuesto que la UE reserva para ellos. A partir de 2014, el panorama es incierto, ya que la manera de repartir los fondos sociales cambiará y no hay acuerdo entre los 27 países para crear un programa específico para alimentar a personas en riesgo de pobreza y exclusión.

Bruselas ha propuesto a los Estados miembros la creación de un plan al que destinarían 2.500 millones de euros para siete años, a repartir entre los 27. Una reducción clara, pero que ni siquiera está asegurada —algunos exigen cortar hasta los 1.500 millones—. España recibe ahora 84 al año, con la nueva cifra le corresponderían 24. “Si se materializa el recorte, en 2014 un millón de personas se quedaría sin alimentos en España. Unos seis millones en toda Europa”, incide Busto.

La Unión Europea debate dejar sin fondos a los bancos de alimentos.
En España dan de comer a dos millones de personas al año, el doble que en 2007.
Dan de comer a dos millones de personas en España, el doble que en 2007, y su futuro está en el alero. Los bancos de alimentos, convertidos por la crisis en una despensa con demanda creciente, tienen un horizonte incierto. Financiados por la UE desde 1987 y con una veintena de países miembros como beneficiarios, su sostenimiento a partir de 2014 dependerá del nuevo marco presupuestario europeo. Las espadas están en alto entre partidarios de la austeridad y de la cohesión mientras la pobreza aumenta a consecuencia de la crisis: 116 millones de ciudadanos comunitarios en riesgo de pobreza en 2010, dos millones más que el año anterior.

El documento de los dineros comunitarios comenzará a debatirse a fondo a partir de este mes. Los adalides de la moderación del gasto, encabezados por Alemania —secundada al menos por Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Holanda—, consideran que no se deben aportar fondos de la UE a los bancos de alimentos, según fuentes europeas. El pasado febrero, la Comisión decidió mantener el programa para este año y el próximo al tiempo que “tomó nota de la opinión de varios Estados miembros de no seguir adelante con el programa más allá de 2013”, explica el portavoz del comisario para Asuntos Sociales e Inclusión.

Frente a los defensores de que dar de comer a sus ciudadanos es una tarea de los Estados, y no de la UE, se sitúan los partidarios de la cohesión. Cuentan con una ventaja de partida: la Comisión respalda mantener la financiación de los bancos de alimentos para el periodo 2014-2020, aunque rebaja el monto total a 2.500 millones de euros. “Es una cuestión de solidaridad europea, más importante que nunca en tiempos de crisis económica”, asegura la Comisión. Otro cambio es que el programa pasa del capítulo de la Política Agraria Común —donde nació al socaire de los excedentes agrícolas—, al del Gasto Social y de Cohesión.

La discusión llega cuando, por la crisis, “existen dudas sobre si la ayuda alimentaria de emergencia y otro tipo de asistencia social para las personas más necesitadas podría mantenerse si se eliminara por completo el programa de ayuda alimentaria de la UE”. Lo dice el portavoz del comisario de Asuntos Sociales.

La postura favorable de la Comisión supone un cierto alivio para España, a pesar del recorte de fondos que se maneja. “La propuesta es de 2.500 millones de euros frente a los 3.500 del periodo anterior”, explica Fernando Miranda. Es el presidente del Fondo Español de Garantía Agraria, el organismo del Ministerio de Agricultura responsable aplicar el Plan de Ayuda a las Personas Más Necesitadas de la UE, el programa de los bancos de alimentos que tiene en España a su segundo mayor beneficiario: 80,4 millones este año.

“La rebaja supondría una caída de la financiación anual de 500 a unos 350 millones de euros para todos los países”, lamenta el presidente de la Federación Española de Bancos de Alimentos, José Antonio Busto. Añade que la financiación europea aporta en torno al 40% de los alimentos, ya que el resto procede de donaciones gratuitas -de supermercados, por ejemplo-. Esa reducción acarrearía, previsiblemente, una menor financiación para España. Caería a unos “50 o 60 millones anuales, a los niveles anteriores a la crisis”, calcula Miranda. Al menos un 34% de rebaja. “Solo podríamos llegar a los que más lo necesitan dentro de los que lo necesitan”, aventura este responsable.

“La caída de la financiación sería un problema, porque la demanda no cesa de aumentar en España”, advierte Busto. Ahora dos millones de personas se alimentan gracias a los bancos —en 2007 eran 850.000—, a través de la entrega de productos, de la que se encarga Cruz Roja, o de los comedores sociales. Y la crisis no pinta bien. A los usuarios de antaño,personas que viven por debajo del umbral de pobreza —el 21,8% en 2011 frente al 19,5% en 2009—, se han sumado nuevos pobres: clase media y baja castigada por el paro creciente y que a menudo recibe ayuda alimentaria para poder destinar el grueso de sus magros ingresos a la letra o la renta de la vivienda. Ayuda, a veces, de un banco nutritivo para cumplir con otro financiero.



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