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sábado, 23 de junio de 2012

LA CRISIS DE VALORES ES MÁS PREOCUPANTE QUE LA DEL EURO Y EL VALOR REAL DE LAS COSAS.

Enterramientos de Obispos-Catedral de Ourense(foto J.A.Miyares) 

LA CRISIS DE VALORES ES MÁS PREOCUPANTE QUE LA DEL EURO Y EL VALOR REAL DE LAS COSAS.

La anormalidad de los tiempos que vivimos se demuestra por el hecho de que diez millones de electores en un pequeño país en la esquina sureste de Europa hayan sido capaces de quitar el sueño a Merkel, a Obama y a miles de españoles, incluido el Gobierno.
Los 150.000 millones suministrados en dos rescates no han sido suficientes para volver a la normalidad económica. Por primera vez ha existido el riesgo cierto de que Grecia abandonase el euro y, por conclusión lógica, la UE.

Sin embargo, al despertar feliz de las elecciones griegas la prima española seguía allí, en niveles de rescate. El mensaje del Gobierno alemán de que Alemania no puede rescatar a todo el mundo es verdadero. Desgraciadamente, la enfermedad no era sólo griega, sino general.
La deuda mundial supera un 300% el valor de la producción del mundo entero. En términos financieros, el planeta Tierra debería estar ya intervenido. Pero al ser un sistema cerrado no hay mercados donde cotice esta deuda global.

Lo que demuestran las cifras de deuda soberana es que el valor de la producción de bienes en un país o en un continente no cubre el coste de proveer los servicios públicos con que nos hemos dotado. Las economías de los países desarrollados no son suficientemente rentables para pagar las obligaciones contraídas. Y eso es un problema creciente.
Las cosas se complican cuando descubrimos que tampoco el sector privado tiene la suficiente rentabilidad, sino que necesita subvenciones públicas para mantener actividad y empleo. De ahí el excesivo peso que hemos dado a la economía financiera, que crea riqueza artificial no respaldada por la economía real y que sirve para cuadrar balances creando una bomba de relojería que ya ha explotado.

Por mucho que los países reduzcan su endeudamiento, apliquen austeridad, imprescindible, o, incluso, emprendan ya políticas de crecimiento, el problema seguirá. Financiar nuestros estados del bienestar siempre nos costará más de lo que producimos. Y los mercados financieros a los que dimos tanto poder actúan ahora como Terminators incontrolados.

¿Solución? Más autoridad económica. A las especulaciones financieras hay que enfrentarse inyectando dinero en el sistema. Al igual que Estados Unidos, Reino Unido o Japón. La Unión Europea debe empezar a usar urgentemente el Banco Central para rebajar las cargas de la deuda. Sin miedo. Lo importante son los bienes reales que cada país produce, lo demás es sólo dinero.



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