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sábado, 7 de enero de 2012

LA CRISIS SE PAGA CON LAS JUBILACIONES Y NUESTRO SUELDO


EL DÉFICIT SE PAGA CON NUESTRO SUELDO

Enfrentado a la urgencia de recortar, porque los mercados y el directorio estaban histéricos, Zapatero bajó el sueldo de los funcionarios. Por lo tanto, el grueso del recorte lo soportó la Administración. Ante una urgencia similar, Rajoy ha decidido bajar el sueldo a todos los asalariados españoles, porque cuando suben los tipos del IRPF se reduce el sueldo realmente cobrado, el que paga los recibos. Por lo tanto, el grueso del recorte lo va a soportar el conjunto de la sociedad, aunque solo la Administración es la causante del problema: suyo es el déficit mal controlado que nos hacen pagar a todos.

Si no fuera porque actúa en régimen de monopolio, elegiríamos a otro proveedor de servicios básicos, alguno con mejor salud. Pero como ello no es posible, debemos pedir al actual inquilino de la Moncloa que intente resolver las dificultades crónicas del sector público de otra manera. Por ejemplo, yendo a la raíz y reformando su funcionamiento. Sobre todo, debe evitar la tentación de limitarse a bajar salarios y reducir plantilla, porque entonces nunca llegará al corazón del problema, que es la persistencia enquistada de dinámicas de ineficiencia, ineficacia y nula atención a la productividad.

No es una cuestión de capacidad o de voluntad de los funcionarios, sino de organización. Las personas son muy parecidas en todas partes, y cuando están bien organizadas y bien dirigidas trabajan a gusto y crean riqueza; en cambio, cuando la organización es entre pesada y caótica, y estorba más que ayuda, la motivación cae por los suelos. Las empresas privadas corren los mismos riesgos, y por eso las que quieren sobrevivir se ponen las pilas, constantemente. Las que se limitan a reducir sueldos y plantillas, sin afinar sus procesos, terminan mal.

De Mariano Rajoy nos gustaría esperar que se atreviera a emprender con mano firme un gran plan de microcirugía generalizada en los aparatos del Estado. No se trata tanto de reducir ministerios como de entrar sección por sección, negociado por negociado, y extirpar toda la carne muerta, todo el gasto inútil, todas las duplicidades. No sobran ministros, que es gente que piensa y dirige, y de esto se necesita mucho en estos días; sobran horas muertas, tareas inútiles y procesos simplificables, y falta control del gasto interno y externo.

Este es un desafío gerencial, de alta dirección de empresas, pero Rajoy es registrador de la propiedad y se ha pasado la vida en las administraciones, como tantos de esos políticos a los que Joan Majó, siendo ministro, les preguntaba: «¿Tu cuántas letras has devuelto?». De momento, la gigantesca empresa que es la Administración ha decidido afrontar sus graves problemas subiendo los precios que nos cobra. Y como no hay alternativa, pues, eso: a pagar.



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